miércoles, 5 de junio de 2013

La Vieja Maleta Amarilla





Me dispongo a preparar la valija. Busco entre los bártulos y encuentro esa vieja maleta amarilla. Meto en ella un poco de ropa, un neceser, algunos zapatos y un libro. No llevo mucho más.

Me abstraigo por un instante en mis pensamientos y caigo en la cuenta de que es la misma vieja maleta amarilla que usé cuando me fui de casa por primera vez. Tardé en volver un mes. 
También es la misma vieja maleta amarilla donde guardé mis cosas la segunda vez que me fui de casa. Ahora solo vuelvo de visita...
Y así, todas y cada una de las veces que el camino trazaba una nueva dirección.

Me doy cuenta que no dispongo de mucho material y eso me alegra. No llevo exceso de innecesario equipaje. Lo imprescindible para ir vestido porque alguien en algún momento de la humanidad decidió que era indecoroso ir desnudos y algún calzado con el que dejar huella allá por donde piso.

Lo más valioso que tengo son mis recuerdos y viajan siempre conmigo. El alma siempre al descubierto, la esencia, los sentimientos y el corazón.
Los ojos puestos en el horizonte y en la mano... En la mano La Vieja Maleta Amarilla.


Isaac Ortigosa.

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