Cuando todo acabe, cuando tu mundo llegue a su fin, yo estaré a tu lado para volverlo a construir, si cabe, más sólido... Para que vuelvas a correr lejos de mí, libre y a tu antojo.
Porque es
en esos momentos en que más cerca de ti me siento, cuando más cerca de mí te
posicionas, pidiendo sin palabras que vuelva a juntar los pedazos que
de ti otros van dejando.
Puzzle desvalido, de tristezas y
llantos, que vuelvo a construir con mis manos, reforzando tu ser en mi
fortaleza amiga, desecha en mi interior.
Dándote cobijo, alma descarriada, en mis
calles de luz. No hay nada de mí que no te ceda, pues me pueden mis deseos, mi condena. El deseo de verte eterna, desperazarte
a mi lado y dedicarme sonrisas, esas que regalas a otros. Sin embargo no quiero apartar mi camino
del tuyo, en tu olvido no cae el mío.
Te alejas y vuelves como la marea
incesante de sensaciones contradictorias de mi interior.
Sin embargo, tú eres lo único cuerdo de
esta demencia que me hace divagar.
Veo tambalear tu voluntad y tus ánimos,
esperando el momento que recuerdes tu refugio, casa ésta, de trabajos sabios y
oídos pacientes, refugio de momentos olvidados.
Crece en mi interior una lucha renovada
para una guerra que no podré ganar, ni siquiera salir de las trincheras de mi
corazón herido.
Necesito tu persona para seguir,
necesitas mis manos para levantarte y aún así no caminas a mi lado.
Es otra vereda desde donde te observo y
te cuido, con todo lo que deseo, ese premio que es para otros, ese anhelo, que
se escapa de mi alcance.
Volverás a partir, recompuesta y aliviada
de tu último fracaso, de tu constante error. Partiremos a la vez, mas no será
la misma senda. Yo caminaré bajo tu sombra, alumbrando con mi faro tu estela,
abrigando tus penas en mi pecho.
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