Dice el manuscrito que las llaves del Edén
están en los besos que me das,
en las caricias que me guardo para ti
en un cajón del alma,
en las risas compartidas en mi imaginación...
En esos amaneceres
que no estás a mi lado.
Dice el manuscrito que yo ya estoy condenado...
Colaboración de Cristobal Perez
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