Desde hace no mucho tiempo me muevo por la ciudad de manera diferente. Viajo en bus, andando o normalmente en bici.
Es sorprendente como sin grandes complicaciones y solo mostrando un poco de interés puedes darte cuenta de que el ritmo de todo lo que sucede a tu alrededor disminuye, incluso sobre todo tu ritmo de vida. Te adaptas a eso. Sabes que para llegar a un lugar tienes que despertar antes, vestirte y desayunar antes, salir antes... Hacerlo todo con antelación, pero a la vez de forma más tranquila y pausada.
Una vez en esta tesitura y con la curiosidad que me caracteriza, me paro a observar con detenimiento a las personas que pasan por mi lado, que viajan en el mismo bus... Y es maravilloso ver los gestos de cada uno, lo que dicen, las cosas que les preocupan, cómo sonríen o cómo lloran.
Ves a una mujer que ayuda a su marido en silla de ruedas a bajar del bus, riñosa, sacudiendo el polvo de su chaqueta, casi como una madre cuidando de su hijo, y sonrío. Sonrío pensando que seguramente lleven toda la vida cuidando el uno del otro, y que seguramente también sigan así hasta el final de sus días, con sus riñas y todo, pero con un gran amor y cariño.
Un niño pequeño que corre delante de su abuelo soñando con volar, tres orgullosas chicas vestidas con trajes de flamenca, familias disfrutando del sol agradable del otoño, otros niños traviesos que se divierten asustando a las palomas en la plaza...
La vida es el día a día y si supiéramos pararnos más veces a observar a nuestro alrededor la disfrutaríamos de una forma más plena. Pienso que nos preocupamos demasiado de cosas que no tienen importancia. Del que dirán, de lo que no, de las prisas, el estrés, el trabajo, el dinero...
Un niño pequeño que corre delante de su abuelo soñando con volar, tres orgullosas chicas vestidas con trajes de flamenca, familias disfrutando del sol agradable del otoño, otros niños traviesos que se divierten asustando a las palomas en la plaza...
La vida es el día a día y si supiéramos pararnos más veces a observar a nuestro alrededor la disfrutaríamos de una forma más plena. Pienso que nos preocupamos demasiado de cosas que no tienen importancia. Del que dirán, de lo que no, de las prisas, el estrés, el trabajo, el dinero...
En muchas ocasiones perdemos nuestro tiempo y energías en cosas sin relevancia y que no nos aportan nada a nuestra vida. Quizá todo esto que os cuento os parezca algo efímero o sin importancia pero para mi son pequeños matices que son la esencia de nuestras vivencias. Soy una persona positiva que le gusta ver el lado bueno de las cosas, sacar provecho de casi todo, aprender y absorber todo aquello que me pueda aportar algo.
Estos pequeños detalles están por todas partes. Si por ejemplo, nos fijáramos más en la sonrisa de la gente y copiáramos su actitud nosotros mismos sonreiríamos más, por tanto seríamos un poco más felices, haríamos más felices a los que están a nuestro alrededor y así se crea una espiral de positivismo y buenas sensaciones.
Si copiamos los peinados, los vestidos y las modas, ¿por qué no vamos a hacerlo con todo aquello que nos aporte felicidad? Por ejemplo el otro día antes de irme al trabajo le dejaba una nota a mi mujer. No decía gran cosa pero era algo que no hacía desde hace tiempo. Le dejé la nota y un café. Para ella el mejor café de toda la semana. Son detalles que pueden parecer sin importancia, pero tienen mucho fondo.
Todos esos matices están a nuestro alrededor, en suspensión, esperando a que seamos capaces de captarlos, de absorberlos, de hacerlos propiamente nuestros. Lo que no significa que vayas a perder tu identidad, solo que le añades algo que quizá no tenías, o algo que ya tenías pero que estaba olvidado, o que complemente otras aptitudes tuyas.
Los pequeños detalles son los que importan, son pura esencia, porque son pequeños matices que en el día a día, nos crean ilusión y nos dan la vida.
Isaac Ortigosa
A veces luchamos incansablemente por alcanzar eso que nos hicieron creer que deberíamos conseguir y en el camino terminamos perdiéndonos a nosotros mismos, perdiendo los momentos simples tal vez pero momentos que llenaron nuestras vidas y no nos dimos cuenta. Con el paso del tiempo a veces logramos dilucidar aquello pero no siempre es temprano a veces ya no hay tiempo.
ResponderEliminarLo importante de todo es saber apreciar aquello que nos hace sentir bien. Todo lo que trate del tiempo es relativo, algún día escribiré sobre lo que opino de ello. Nunca es tarde para empezar a reencontrarnos si realmente lo queremos. No se trata de recuperar el tiempo porque sinceramente pienso que no es posible sino de buscar en nosotros mismos la autenticidad que poseemos. Igual estuvimos perdidos durante un largo espacio de tiempo pero si consigues volver a la senda habrá merecido la pena. Quizá no recuperes algunos momentos, pero tendrás el recuerdo de muchos otros y la predisposición para los nuevos que quedan por venir. Ánimo y gracias por tus palabras y tu tiempo!!
EliminarMe atrevo un poquito con la puntuación:
ResponderEliminarpárrafo 3.- los "como" son acentuados, no se trata de una comparación
párrafo 4.- los "sonrió": si es primera persona, la voz narradora -creo interpretarlo bien- es "sonrío".
¡Tampoco quiero ser exhaustiva!
Procuraría no repetir palabras, en especial verbos, en frases cercanas, como "volar" en el 5º párrafo.
Creo que no puedo aportarte mucho más para "afinar" el texto.
¡Buena introspección, Isaac!
Muchas gracias Esther por las correcciones, siempre son bienvenidas. Es lo que tiene escribir directamente con la app del móvil (que fue como escribí este texto, me pilló fuera de casa y surgió). Y no te apures porque toda crítica, sea buena o mala y desde el respeto, hace que mejoremos! Gracias por tu ayuda y por leerme.
EliminarP.D. Ya está corregido!!! jeje
Tienes razón, el día a día está hecho de pequeñas cosas, detalles, gestos. Las prisas nos privan de ver cómo fluye la vida y la energía a nuestro alrededor. Un saludo
ResponderEliminarNo hay nada más que añadir, saludos y gracias!
EliminarPor cierto, he visitado tu blog, ya me tienes ahí para seguirte en lo que hagas!!!
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